jueves, 28 de julio de 2011

Hay un silencio roto que captura los sueños.
Se presiente un espasmo en la oscuridad, una risa que a lo lejos da paso a una vigilia de fantasmas.
La cama llena de lunas reflejadas en espejos, provoca que la noche se esconda pudorosa porque aún no está vestida.
Ropa en desorden alborota el cuarto, dibujos dispares que aparecen y desaparecen en el techo y por las paredes. La toalla cuelga húmeda como muestra de abandono, desparramándose por la puerta del armario que en un gesto supremo de rebeldía permanecía abierta.
Los zapatos en el suelo se expresan agresivos enfrentándose a cualquier gesto innecesario de corrección ordenada.
Ella obvió también que hay una regla para cada cosa, un orden para cada regla y una norma para cada desorden.
El frío que se presiente por la ventana no la desampara ni la previene y su cabeza estalla en mosaicos pálidos de tímidos recuerdos al principio, de fuertes olores poco a poco, de intensos dolores al final.
El llanto de las olas que no deja de sonar mueve como la mano que mece la cuna su arrítmico sonido de naturaleza eterna en su camino nocturno al sueño.
Crece la furia hacia esa luna que para ella no es luna hoy; solo el brillo de una luz que permanece en desidia de reflejos y sombras que se alojan y estancan en el techo de esa habitación que ni siquiera es cielo, tan solo el descuido de un ángel que anoche olvidó apagar la luz… el descuido de lo eterno siempre es finito de esperanzas rotas y vacíos de almas a la deriva.

Que nadie olvide de nuevo apagar una luz y así recobraré el descanso profundo, preludio del recuerdo,
.. añoranza de ti cuando no estás aquí.

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