lunes, 8 de agosto de 2011

Ser fecha y clave y laberinto,
todo se desliza por sus ojos mágicos,
los nombres son efímeros,
los niños demasiado trasparentes
y el tiempo se repite
como una sucesión de nidos de agua.
Aquella infancia tuya y mía,
el ancho espacio para la última lágrima
y sorprende el verano
como un viejo testigo de las cosas,
sobre ese punto de lluvia y de campana,
de fruto y de desierto,
somos un episodio,
cierta historia,
un escalón de espejos,
donde nos inventamos.


Beatríz Arias.

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