martes, 23 de agosto de 2011

.... Desde el momento en que lo vio, Meme dejó de engañarse a si misma y comprendió que lo que pasaba en realidad era que no podía soportar los deseos de estar a solas con Mauricio Babilonia, y la indignó la certidumbre de que éste hombre lo había comprendido al verla llegar.
-Vine a ver los nuevos modelos- dijo Meme.
-Es un buen pretexto- dijo él.
Meme se dio cuenta de que se estaba achicharrando en la lumbre de su altivez y buscó desesperadamente una manera de humillarlo. Pero él no le dio tiempo
"No se asuste ", le dijo en voz baja. "No es la primera vez que una mujer se vuelve loca por un hombre". Se sintió tan desamparada que abandonó el taller sin ver los nuevos modelos y pasó la noche de extremo a extremo dando vueltas en la cama
Y llorando de indignación. El pelirrojo norteamericano, que en realidad, empezaba a interesarle, le pareció una criatura en pañales. Fue entonces cuando cayó en la cuenta de las mariposas amarillas que precedían las apariciones de Mauricio Babilonia. Las había visto antes, sobre todo en el taller de mecánica y había pensado que estaban fascinadas por el olor de la pintura. Alguna vez las había sentido revoloteando sobre su cabeza en la penumbra del cine. Pero cuando Mauricio Babilonia empezó a perseguirla, como un espectro que sólo ella identificaba en la multitud, comprendió que las mariposas amarillas tenían algo que ver con él. Mauricio Babilonia estaba siempre en el público de los conciertos, en el cine, en la misa mayor, y ella no necesitaba verlo para descubrirlo, porque se lo indicaban las mariposas ....

Cien  años de soledad, Gabriel García Márquez.


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